miércoles, 28 de mayo de 2008

Zugzwang


Jorge Aloy

Ludeck Pachman, en Estrategia moderna en ajedrez de 1963, escribía acerca de un autómata electrónico que en 1956 en la URSS resolvió un problema ajedrecístico en 12 minutos, lo cual le hizo declamar que él lo hubiera resuelto en un minuto solamente. Por supuesto, el chip era un invento impensado por esos años: el cálculo que el autor hacía para que la máquina eligiese la movida correcta entre 30 posibles, calculando una profundidad de 7 jugadas para cada una, era de 10.000 años. Luego mencionaba una segunda alternativa en la programación, consistente “en enseñar a la máquina los principios más importantes de estrategia y táctica”. Pero la máquina jugaba muy débilmente.
Pachman no negaba los avances cibernéticos, sino que se oponía a aceptar alguna competencia para el cerebro humano: “La razón es que el juego de ajedrez rebasa los límites de la lógica y entra en el campo de la dialéctica”.
Que se razone de este modo, en la década del 60, estaba dentro de las posibilidades: en Francia surgía el estructuralismo que imponía la importancia del sistema frente a la primacía del sujeto. En el caso del ajedrez, se separaba el cerebro de silicio de la intuición humana.
Después de 1974 los ajedrecistas le perdieron el rastro a Bobby Fischer, cuando fuera expulsado de la federación internacional y despojado de su título. Sólo se conocía algo de él por infidencias de los que se llamaban sus amigos. Y de este modo se difundió que viajaba constantemente a la Unión Soviética a reunirse con otro ex campeón del mundo: Botwinnick. El soviético trabajaba, por ese entonces, en programación de aparatos cibernéticos de ajedrez. Como en tantas otras cosas, la guerra fría era sólo publicidad. El avance de las computadoras era serio.
La década del 80 ve nacer a los ordenadores personales y a maquinitas con tablero incorporado que juegan al ajedrez. Lo hacen en un nivel doméstico, pero ya comienzan a mostrarse en torneos. Se produce, además, cierta reticencia para enfrentarlas.
Aún en los 90 el prejuicio continúa. Garry Kasparov, el referente de la humanidad en cuanto al ajedrez se trate, declaraba que jamás perdería con una máquina. Pero un día sucedió y quedamos en zugzwang.
Acabada la batalla entre máquinas y humanos, la primera pasó a ser la herramienta inseparable del jugador: almacena datos y más datos.
Lo último: En el siglo XXI es posible obviar esta dicotomía. Y pudo ser antes, pero nadie supo escuchar a tiempo a Anatoli Karpov cuando declaró que la bicicleta no había matado al maratonista.

3 comentarios:

  1. Jorge:
    Una delicia el blog todo. O al menos las entradas que leí, a vuelo de pájaro. Ya lo degustaré con tiempo, como se debe y merece.
    Con relación a Zugzwang, me pregunto qué harán ahora que están Deep Blue y sus continuadoras, los analistas de las partidas por el Campeonato del Mundo. ¿Googlearán,o mejor dicho,Deepbluearán? Claro que no podrían pasarle la mejor a sus aconsejados, o quién sabe, con tanto dispositivo y chip intrauditivo...?
    Me vino esto, porque aunque vos no lo creas, yo vi con estos ojos algunas partidas de Fisher-Spasky,¿o era Fisher-Petrosian? y veía ir y venir a los analistas, que a su vez eran unos nenes que ni te digo.
    Por último, el título remite a otra de las pasiones del blog: es también el título de una novela de Rodolfo Walsh.
    Bienvenido al eter, flogisto, calórico, ciberespacio o como se llame.
    Fernando Terreno

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  2. Mis Felicitaciones por el espacio!

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  3. Anónimo13:53

    Un lugar de encuentro dentro de este extraño caos a ordenar que es la vida siempre es bienvenido y más cuando hasta se puede tener la osadía de intercambiar ideas y afinar desafinidades.
    Un abrazo desde el Distrito Kaníbal...!!!

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