Daniel Goñi
Cuando la inspiración poética o el precipitado empeño de la narrativa vienen condensándose desde el
terreno de la música popular, suele
dejar sólidos mojones en la memoria colectiva, ineludibles a la hora del resumen.
Quizás este hecho se vea facilitado en el detalle de que las puertas de acceso
de tales manifestaciones, sobre todo en las grandes ciudades, están en continuo
y cotidiano contacto con nuestra percepción (galerías comerciales, hipermercados,
colectivos, trenes, subtes, cine, radio, TV, Internet, mp3…).
Es por esas
puertas (giratorias, la mayoría de las veces) por donde ingresa y se produce el fenómeno en el cual nuestra
sensibilidad suele ser rebasada por ese intenso
flujo sensorial que termina componiendo nuestra personal hoja de ruta, nuestro
videoclip diseñado a la carta, el pulso vivo de la vieja agenda que nos
acompaña.
► Inspiración poética. Desde los exquisitos bocados del poemario Guitarra
negra (1978), Luis Alberto
Spinetta dejó sobre el papel esa intimidad pulida de la palabra desnuda en
la angustiante soledad del silencio interpelante. Un encuentro imperdible con uno
de los artistas más originales y genuinos del rock en castellano.
Convite en
épocas oscuras que era también desafío, indagación y prueba cabal de que la
belleza es cosmos latiendo, este testamento es resignificado y adquiere hoy
peso propio llevado por la pluma de quien, desde la música, la cobijase como
pocos desde estas latitudes. Guitarra negra contiene, a no
dudarlo, el núcleo duro de lo vasto
que con posterioridad desarrollaría Spinetta
desde su personal lírica a través de las diversas bandas que integró (quizás el
álbum “Artaud” -1973- constituya el
más cercano a esa idea).
► Inspiración poética again. Nihilista consumado, el trovador canadiense Leonard
Cohen desmenuza en El libro del anhelo (Libro de la longevidad en el
original) su ovillo existencial con textos rescatados
desde 1970 para este lado, en los
que de cuando en cuando la desolación y la ternura copulan alegre y plácidamente. El Cohen de la voz cálida, cavernosa y grave, el que jamás necesitó
perder la elegancia para dejar su poética al alcance de la mano de todos
nosotros (pasar por su álbum doble “Live
in London”, de 2008), viene aquí
a sentarse a nuestra mesa para situarnos en las precisas coordenadas en las que
el amor, el desencanto, el dolor, los cruces generacionales y el camino del
arte y la creación hacen tope y vibran haciéndonos partícipes activos de la
entrañable conexión.
► Empeño de la narrativa. Escritura en piloto automático, estilo
afiebrado, travesía de ensoñación… y podríamos sumar más referencias para acercarnos a Tarántula,
la consabida novela de Bob Dylan de 1966 que vio la luz recién años después. Contemporánea de “Blonde on blonde”, el álbum doble vinilo
que puso al rock testimonial en las
ligas mayores de aquella década, el crédito de Minnesota deja aquí un objeto
más para apuntalar su mito. Muy en sintonía con los bastiones de la llamada
“beat generation” (Allen Ginsberg, Jack
Kerouac, William Burroughs), el creador de “Blood on the tracks” destila aquí lo más duro y cuasi lisérgico de
su otrora concepción del lenguaje, cerrando para El Perro Elocuente una
trilogía de opciones que, desde la
contracultura de los últimos 50 años, sacuden con lucidez la hoy dócil y
domesticada escena del rock globalizado.