martes, 27 de mayo de 2008

Epitafios


Jorge Aloy

La inscripción en la lápida, de un tiempo a esta parte, parece haberse transformado en un género literario. El epitafio intentaba ilustrar en pocas palabras la vida del difunto. Luego esas palabras se erigieron en un meticuloso arte que no desatenderemos.
Séneca se suicidó abriéndose las venas y para su tumba dejó un toque de atención: “Es más digno que los hombres aprendan a morir que a matar”. También el tono sentencioso marcó el epitafio de Gabriela Mistral: “Lo que el alma hace por su cuerpo, es lo que el hombre hace por su pueblo”.
En el caso de Juan Sebastián Bach encontramos humor auto referente: “Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga”. Igualmente en Orson Welles: “No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores”.
La tumba de Benjamín Franklin lleva grabada: “Arrebató el rayo a los cielos y el cetro a los reyes”. Y en el autor del Fausto, Goethe, encontramos: “Despreocuparos, no fui feliz”.
El autor de Los ladrones somos gente honrada, Enrique Jardiel Poncela dejó una última humorada: “Si quieres los mayores elogios, moríos”. Francis Scott Fitzgerald resumió el sentimiento etílico por excelencia: “Estuve borracho muchos años, después me morí”.
Miguel de Unamuno fue paradojal: “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”. Mientras que Lord Byron escribió un sincero epitafio: “Aquí reposan los restos de un ser que poseyó la belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad y todas las virtudes de un hombre sin sus vicios”. Quedó inscripto en la tumba de su perro Botswain.
Groucho Marx dejó su impronta en una breve línea: “Disculpe que no me levante”. El actor Mel Blanc, quien le diera la voz al conejo Bugs Bunny, dejó unas palabras acordes: “Eso es todo, amigos”.
Y el gran Molière, si su obra no alcanzare para recordarlo sería suficiente este epitafio: “Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”.
No olvidemos a Alejandro Magno: “Una tumba es suficiente para quien el Universo no bastara”.
Marcel Duchamp pintó una verdad general: “Por lo demás, los que mueren son siempre los demás”. Y el Marqués de Sade, en tono de disculpa, reservó estas palabras: “Si no viví más fue porque no me dio tiempo”.
Lo último: Todos reímos con él y nadie lo vio reír al gran Búster Keaton que, al pie de su tumba, dejó un bello saludo: “The End”.

2 comentarios:

  1. Jorjo: disfrutamos mucho con Lais leyendo los epitafios y si bien yo me los creí de una, Lais se preguntaba si eran realmente de las personas mencionadas o una mente divertida que los escribió después.

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  2. mira acá esta el de groucho!!!! me gano de mano!!!...son buenas...

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