
Perseverancia, s. Virtud interior que permite al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.
Pesimismo, s. Filosofía impuesta al observador por el desalentador predominio del optimista, con su esperanza de espantapájaros y su abominable sonrisa.
Piano, s. Utensilio de salón para domar al visitante impenitente. Se hace funcionar deprimiendo las teclas y el espíritu de los oyentes.
Piel roja, s. Indio norteamericano cuya piel no es roja, al menos por afuera.
Pillo, s. Tonto considerado bajo otro aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la exhibición como una caja de fresas en un mercado --las mejores arriba-- han sido abiertas del lado que no corresponde. Un caballero al revés.
Placer, s. La forma menos detestable del tedio.
Plaga, s. En la antigüedad, castigo colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus gobernantes, como en el caso muy conocido de Faraón el Inmune. Las plagas que nos azotan hoy no son felizmente otra cosa que la manifestación casual de una Naturaleza perversa, pero insensata.
Pleito, s. Máquina en la que se entra en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha.
Plenipotenciario, adj. Provisto de plenos poderes. Un ministro plenipotenciario es un diplomático a quien se otorga absoluta autoridad con la condición de que nunca la ejerza.
Pleonasmo, s. Ejército de palabras que escolta a un sargento de pensamiento.
Poligamia, s. Capilla de expiación provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la monogamia, que sólo tiene uno.
Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.
Político, s. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.
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