jueves, 17 de septiembre de 2009

Joseph Conrad: navegante de las letras

Jorge Aloy

La literatura mundial registra una cantidad considerable de escritores extraterritoriales. Nos referimos a aquellos que adoptan y utilizan una lengua que no es la materna a la hora de la producción literaria. Los casos más conocidos son los de Nabokov (nació en Rusia, escribió inicialmente en ruso pero logró reconocimiento con sus obras en inglés), Gombrowicz (polaco que vivió en Argentina y escribió en castellano) y Samuel Beckett (irlandés, escribió en inglés y francés).
Hay opiniones divididas respecto a Borges, ya que muchos consideran que su lengua materna fue el inglés. En cambio, el caso que podríamos considerar emblemático en América es el del peruano José María Arguedas con la lengua quechua.
Tampoco podemos olvidar a los que escribieron en lengua menor, nada menos que Joyce, Wilde y Kafka (ellos, como minorías, adoptaron y enriquecieron la lengua dominante que utilizaron).
George Steiner, precisamente en su libro Extraterritorial: ensayos sobre la literatura y la revolución lingüística, considera que la multiplicidad de lenguas aporta mayor amplitud para la creación. Steiner se crió en una casa donde se hablaba indistintamente inglés, francés y alemán. Este curioso hecho lo llevó a declarar lo siguiente: "Yo no tengo lengua materna". Steiner, eterno peregrino, eligió vivir en diversas partes del mundo, lo que por fuerza lo transforma en alguien sin lugar.
El c
aso más llamativo de extraterritorialidad es el de Joseph Conrad: su lengua literaria fue, en realidad, su cuarta lengua. Nació en 1857 en Ucrania. Sus padres eran de la nobleza polaca y él tuvo acceso a los idiomas ruso, polaco y francés. En 1878 Conrad se embarcó en un navío inglés con un desconocimiento casi absoluto de la lengua que luego dominaría ampliamente. Utilizó la posibilidad de embarcarse para, además de concretar fines comerciales, conseguir un contacto fluido con el idioma.
No será hasta finales de 1883 que escriba algunos textos en inglés. La publicación de su primera novela, La locura de Almayer, va a llegar en 1895, cuando Conrad estaba a punto de cumplir los 38 años.
Lo último: el escritor, en aquellos momentos, dejó de ser el héroe de la lengua nacional. Este hecho se propagó y se difundió aún más de lo que creemos en el siglo XX, y no piensa detenerse en este incipiente XXI.

1 comentario:

  1. Me ha dejado pensando y sin respuestas, el tema de hoy.
    Es increíble que se pueda escribir tan bien en una lengua aprendida o no materna, pero es una realidad.
    Me viene a la cabeza una versión del Quijote, en cine, que hizo un director ruso y que era impecable. Y, sin ir más lejos, las películas de Bergman o las del primer Woody Allen, que han sido aquí más vistas y enarboladas aquí que en sus lugares de origen.

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