A partir de este mes comenzamos la publicación de un apéndice a la nota "El diablo tiene su diccionario", con una arbitrarísima selección hecha por el perro.
Acreedor, s. Miembro de una tribu de salvajes que viven más allá del estrecho de las Finanzas; son muy temidos por sus devastadoras incursiones.
Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Año, s. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.
Armadura, s. Vestimenta que usa un hombre cuyo sastre es un herrero.
Arzobispo, s. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Avestruz, s. Ave de gran tamaño, a quien la naturaleza (sin duda en castigo de sus pecados) negó ese dedo posterior en el que tantos naturalistas piadosos han visto una prueba manifiesta de un planeamiento divino. La ausencia de alas que funcionen no es un defecto, porque, como se ha señalado ingeniosamente, el avestruz no vuela.
Baco, s. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.
Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.
Cañón, s. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.
Clérigo, s. Hombre que se encarga de administrar nuestros negocios espirituales, como método de favorecer sus negocios temporales.
Cobarde, adj. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Conferencista, s. Alguien que le pone a usted la mano en su bolsillo, la lengua en su oído, y la fe en su paciencia.
Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Año, s. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.
Armadura, s. Vestimenta que usa un hombre cuyo sastre es un herrero.
Arzobispo, s. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Avestruz, s. Ave de gran tamaño, a quien la naturaleza (sin duda en castigo de sus pecados) negó ese dedo posterior en el que tantos naturalistas piadosos han visto una prueba manifiesta de un planeamiento divino. La ausencia de alas que funcionen no es un defecto, porque, como se ha señalado ingeniosamente, el avestruz no vuela.
Baco, s. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.
Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.
Cañón, s. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.
Clérigo, s. Hombre que se encarga de administrar nuestros negocios espirituales, como método de favorecer sus negocios temporales.
Cobarde, adj. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Conferencista, s. Alguien que le pone a usted la mano en su bolsillo, la lengua en su oído, y la fe en su paciencia.
Hola Jorge:
ResponderEliminarEntre todas tan buenas, me quedo con "cañón".
Con relación a "comercio", me hizo recordar la definición de Luis Franco en su Autobiografía negativa: "No ejercí el comercio honrado, porque no lo pude distinguir del otro".
Maestro Jorge:
ResponderEliminarGracias por tanto conocimiento.
Siga asi, trabajando, por el bien de nuestra Raza.
Y ya sabe, si el Perro Helo, cuente.
Diego