martes, 1 de junio de 2010

Descatalogados (VI)

Jorge Aloy

El estadio de Wimbledon
Daniele Del Giudice
Ed. Anagrama (año 1986)
Traducción: I. Martínez de Pisón
138 Páginas


El narrador (¿protagonista?) de El estadio de Wimbledon desea resolver un interrogante y para ello pone en el centro de la escena a Roberto “Boby” Bazlen, aquel mítico editor italiano que introdujo en su país a Freud, Musil, Jung y Kafka. Centrará la cuestión en la incógnita de porqué Bazlen renunció a escribir, cuando todos de él esperaban grandes obras literarias. En la búsqueda de la solución, el narrador (¿protagonista?) viaja a Trieste y a Londres para entrevistarse con amigos sobrevivientes al legendario Bazlen. Durante las conversaciones la resolución del enigma se irá transformando en el pretexto de la historia, para que vire unívoca e inevitable hacia un camino paradojal. ¿Es ese realmente el enigma que interesa? ¿Se puede desear la escritura que nunca existió?
Creer que Bobi Bazlen, el mismo que leyó todo en todos los idiomas (como se decía de él), podría haber engendrado una obra maravillosa sólo por carácter transitivo, es casi semejante a creer en el ideario romántico que sostenía que la literatura emanaba de seres superiores. La historia de la literatura no resulta tan lineal, y hoy sabemos que existen libros repletos de cargas emotivas escritos por seres decepcionantes. Pero lo justo es que Bazlen puede mantenerse al margen de estas opciones.
La novela de Del Giudice habla del deseo, del amor, de la soledad, del tiempo. Pero también de aquella conducta singular de los individuos que podríamos resumir como “Todo lo que hagamos por los demás lo hacemos por nosotros mismos”. En definitiva, escribir, diremos, puede ser un modo de incidir en la vida de las demás personas, pero nunca se sabe hasta donde pueden involucrarse cada una de las partes (escritor-lector).
Sí, Bazlen incidió en las demás personas y nunca se podrá saber si no escribió porque le apasionaba inferir en los otros o porque temía decepcionar a quienes lo querían. Inclusive podríamos pensar en otras posibilidades que, indefectiblemente, surgirán a medida que avanza la búsqueda en la novela.
En Del Giudice las descripciones tienen una marca particular, cada detalle es importante para penetrar en la historia, pero la historia en sí va al encuentro de conjeturas que el narrador despliega poco a poco. Por último, todo termina de la única manera que puede terminar cuando alguien cree que la verdad es sólo una.
Daniele Del Giudice sorprendió a Italo Calvino con esta novela, su primera novela, en la década del ’80. Su título, hasta que no ingresemos en la historia, nos resultará llamativo.
Aún más llamativo es que este autor italiano sea tan difícil hallarlo en los estantes de las librerías.

1 comentario:

  1. ¡Me dió un vuelco el corazón cuando ví el nombre de la traductora!
    A duras penas pude recobrar la calma y me dije, Fernando no te atosiguéis... Lo volví a leer nuevamente y todo a vuelto a la normalidad. Lo que era casi una blasfemia del destino ha sido un simple error de lectura.
    Ahora yendo al libro, tanto Del Giúdice como Bazlen resultan muy atractivos con tu presentación.
    Veremos.

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