miércoles, 15 de octubre de 2008

Incipit II (Cuentos)

El perro vuelve con los comienzos de cuentos. Su mente funciona como la de un detective, minuciosamente. Ahora cree que un buen inicio puede estimular la búsqueda del resto del cuento. Además afirma que dejó más huesos enterrados.
Cuando el señor Holbrook Jackson publicó un libro sobre la literatura de la penúltima década del siglo XIX, miré con ansiedad el índice, en busca del nombre SOAMES, ENOCH. Temía no encontrarlo. En efecto, no lo encontré.
(Enoch Soames. Max Beerbohm)

Era un día de marzo.
Cuando comencéis un cuento nunca, jamás lo hagáis de esta manera. Difícilmente podría imaginarse un peor comienzo. Carece de ingenio, es rudo, aburrido y probablemente no sea más que viento. En este caso sin embargo es tolerable. Porque el siguiente párrafo, que debiera iniciar el relato, es bastante disparatado, extravagante y absurdo para arrojárselo a la cara al lector sin previo aviso.
Sara estaba llorando sobre la cuenta de la comida.
(Primavera a la carte. O. Henry)

Y sí, mire, los avatares de la existencia tienen muchas cosas. Hubo una etapa en mi vida que yo estudiaba la expresión corporal y la formación del actor. A la salida nos reuníamos todos en el café de la esquina. Todos, de alguna forma o de otra, estudiaban Letras y Filosofía. Yo, como corredor de Molinos y Embutidos Patria, asumo mi rol. Es decir que mi formación no es universitaria, sino eminentemente primaria.
(Mishiadura en Aries. Isidoro Blaisten)

Me llamo José, aunque la gente que me conoce me llama Pepe, y algunos, generalmente los que no me conocen bien o no tienen un trato familiar conmigo, me llaman Pepe el tira. Pepe es un diminutivo cariñoso, afable, cordial, que no me disminuye ni me agiganta, un apelativo que denota, incluso, cierto respeto afectuoso, si se me permite la expresión, no un respeto distante. Luego viene el otro nombre, el alias, la cola o joroba que arrastro con buen ánimo, sin ofenderme, en cierta medida porque nunca o casi nunca lo utilizan en mi presencia.
(El policía de las ratas. Roberto Bolaño)

Sabía que era un error dejarle aquel dinero a mi hermano. ¿Qué necesidad tenía yo de más deudores...? Pero me llamó y me dijo que no podía pagar el plazo de la casa. ¿Qué otra opción me quedaba? No había estado nunca en su casa (vivía en California, a mil quinientos kilómetros de distancia); ni siquiera la había visto, pero no quería que la perdiera. Lloraba en el teléfono, y decía que iba a perder lo que había conseguido en toda una vida de trabajo. Dijo que me devolvería el dinero. En febrero, dijo. Incluso antes. En marzo, a más tardar.
(El elefante. Raymond Carver)

De ella sólo sé con certeza dos cosas. La primera es que es la madre de mi amigo Riccardo y la segunda la diré al final.
(Una casa en las montañas sabinas. John Berger)

Uno no acaba nunca de comprender a la gente. La señora Enriqueta tenía un puesto de pastillas y caramelos en las cercanías del Jardín Botánico. Bueno; el tal puesto es una canasta plana, repleta de confites, sobre un caballete plegadizo.
(La señora Enriqueta y su ramito. Leonidas Barletta)

No hay nadie, en todo Ike-no-wo, que no conozca la nariz de Zenchi Naigu. Medirá unos 16 centímetros, y es como un colgajo que desciende hasta más abajo del mentón. Es de grosor parejo desde el comienzo al fin; en una palabra, una cosa larga, con aspecto de embutido, le cae desde el centro de la cara.
(La nariz. Ryunosuke Akutagawa)

2 comentarios:

  1. Definitivamente, elijo esta sección del blog como la que más me atrae.
    Es fantástica la idea esta de poner los comienzos del cuento (o de lo que sea). Es como una mirada fugaz cruzada con una señora/ señorita (o lo que la lectora prefiera) atrayente y ese instante dónde decidir qué...
    En esta ocasión elijo "avanzar un poco más" con Enoch Soames y con el de John Berger.
    La idea tiene un cierto parentesco con el Párrafus, y sería bueno que la comentes con Hugo en alguna ocasión.
    Un abrazo
    Fernando Terreno

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  2. ¿A qué le llamás 'parentesco', amigo Fernando? Yo hablaría de relaciones carnales, e incluso incestuosas y contra natura... Esta sección, que hoy descubro, me recuerda 'los papelitos' que algunas veces has mencionado en tus charlas con el Hugo. Y, ¿cuándo fue, anoche, anteanoche, que nuestro conductor dijo que le constaba que alguno de sus oyentes recorren librerías o bibliotecas para leer las dos primeras páginas de algunos libros? Hmmm

    Marcelo Perenchio

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