lunes, 1 de febrero de 2010

El libro como ausencia

Jorge Aloy

El libro, al momento de ingresar en la modernidad lo hizo arrastrando valores culturales de tiempos inmemoriales, y se adaptó a la ineludible necesidad de participar del fetichismo de la mercancía. En los siglos XX y XXI este objeto de consumo, ya no de culto ni de elites, encuentra en las grandes editoriales la capacidad de existir como un producto masivo, capaz de arrasar con el público (sus consumidores) tal como lo podría hacer una estrella de Hollywood.
Creo, y esto es lo que quisiera plantear, que la construcción del objeto-libro se realiza a través de una ausencia. Ya me explico. El Capitalismo logró salir indemne de todas sus fisuras constantes, a pesar de contener en él las peores atrocidades de la humanidad: genocidios, guerras, invasiones de una nación a otra, etc. No puedo explicar cómo un sistema puede salir incólume de estas atrocidades, lo que sí me atrevo a afirmar es que la perfección del sistema se consigue con la exacerbación de sus crueldades. Sino no alcanzo a explicarme cómo el Capitalismo en su profundización necesitó recurrir a las desapariciones físicas, tanto de los objetos como de los individuos. Las desapariciones son un estigma de nuestra época e intentan sugerir la duda sobre la existencia de algo. Esa duda debe transformarse en ausencia no percibida, en una no existencia: en lo que aún no existe, no pensamos.
Y aquí llego, derivando de este planteo, a la idea de ausencia del libro. El libro-objeto del siglo XXI (para llamarlo de una forma simpática) está construido sobre la eliminación de algo. Y va mucho más allá de la dicotomía forma-contenido. Es la construcción del ser sobre el no ser. Y para que sea posible, tuvo que desaparecer algo: el elemento extraño que puede perturbar este mundo ordenado. Y entre todos los elementos molestos que pueden subvertir el sistema, hoy debemos incluir al libro ausente.
La presencia está marcada por los best-seller, tanto los de personajes de la televisión como los de autoayuda, de investigación periodística y de profecías del pasado. La ausencia es la literatura, la filosofía, el ensayo crítico.
Lo último: me gustaría mucho dejar planteado que la presencia fue construida a través de la ausencia, y de ningún modo al revés. Primero se eliminó al elemento molesto del sistema, luego se impuso la mercadería.

7 comentarios:

  1. En general estoy intuitivamente de acuerdo con las conclusiones y no con todos los razonamientos previos.

    Por ejemplo, cuando dice: "El capitlismo logró salir indemne de todas sus fisuras constantes...genocidios, guerras, invasiones de una nación a otra, etc."
    En todas las organizaciones sociales anteriores pasó lo mismo. En los sistemas feudales; entre las culturas americanas como mayas, aztecas; entre las culturas pre-incaicas y los propios incas (que sólo lideraron los últimos 150 años antes de Pizarro); en las civilizaciones mesopotámicas, egipcias, chinas y del indo hubo guerras, genocidios, etc., etc.
    Desde la revolución neolítica en adelante, funcionamos con sistemas similares en crueldad y métodos. de modo que no es, en absoluto, privativo del capitalismo.

    "La desapariciones son un estigma de nuestra época... Esa duda debe transformrse en ausencia NO PERCIBIDA, en una no existencia: en lo que aún no existe, no pensamos."
    Acá me pasa lo mismo: me parece que, por el contrario, se trató bien claramente de que las desapariciones fueran conocidas y que en esa transmisión por el rumor y el boca a boca llevaran el miedo y el terror como efecto disuasivo para "la tribuna".

    "Primero se eliminó el elemento molesto del sistema, luego se impuso la mercadería."
    Tengo mis dudas sobre el orden de la frase. En el capitalismo, me parece, se elimina lo molesto y se crea mercadería en un proceso interactivo permanente. Si se necesitaba madera o algodón, los negros se convertían en esclavos o mercadería en forma automática. Cuando se inventa la cosechadora, el negro deja de ser mercadería. El tanino es mercadería, igual que el caucho, hasta que aparecen los reemplazos sintéticos. Lo molesto se elimina en tanto impida comerciar (generar plusvalía) mercadería o generar mercados para mercaderías excedentes (y esto desde el neolítico en adelante, no es privativo del capitalismo).

    Lo curioso es que finalmente, con el cierre, estoy intuitivamente de acuerdo. En esa parte del libro-objeto, o del libro como mercadería, que desvirtúa uno de sus objetos primeros: transmitir conocimientos, para, pasando por transmitir diversión y evación, llegar al LIBRO como MERCADERÏA que se VENDE, no importa para qué ni que diablos tiene adentro: Lo importante es que se pueda vender-comerciar y generar guita. (Recuerdo la frase que se atribuye a Marx: Cuando llegue el momento de colgar a los capitalistas, se van a pelear entre ellos para ver quién nos vende la soga.)

    En cuanto a la parte final:
    "La presencia fue construída a través de la ausencia..."
    Acá el asunto es totalmente existencialista y me recuerda a Sartre (El ser y la Nada) y parece difícil de refutar o dicutir, para mí. Pero intuyo que parece ser así.

    Gracias Jorge por generar discusiones con esa capacidad de síntesis(que no tuve yo).

    Un abrazo.
    Fernando

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  2. Para mi no hay ausencias. Yo veo transformaciones.

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  3. Anónimo12:54

    ***********************************************

    Dejo algunas preguntas que me vienen en forma de "torbellino de ideas", como en el jardín (que no hice):

    1- ¿Qué cambia a partir del genocidio nazi, en el que se montó una INDUSTRIA DE LA MUERTE?
    ¿O hacer peines y jabón con restos humanos no es definitivamente la consumación final del capitalismo, desapareciendo personas y haciendo aparecer sus restos para las góndolas?

    2- Lo que se quiere desaparecer con la ausencia del libro, me parece, es en definitiva EL PENSAMIENTO, LAS IDEAS Y LA VOLUNTAD DE CAMBIO. Ganan los primates.
    ¿Es el capitalismo el giro final de la humanidad en dirección al retorno a lo inanimado (Freud)?

    Les mando un gran abrazo.

    Daniel Goñi

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  4. El libro-objeto de consumo se impone comercialmente; el lucro pretendido por las editoriales trae como consecuencia la imposibilidad de compra por parte de determinados sectores sociales. Sólo se publica aquello que más se vende, sin tener en cuenta la importancia del contenido o la riqueza del mismo. Las ideas, teorías e investigaciones siguen apareciendo de manera más democrática -caótica tal vez- en la web y, de esta manera, no son rehenes del sistema. Creo que, como dice Abril, hay transformaciones comunicacionales.
    Irene Farias

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