Punto de lectura. 2007
71 Páginas
“En la primavera de 1998 Bluma Lennon compró en una librería del Soho un viejo ejemplar de los Poemas, de Emily Dickinson, y al llegar al segundo poema, sobre la primera bocacalle, la atropelló un automóvil”. De este modo comienza La casa de papel (2004) de Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955), una novela corta (nouvelle para los franceses) que nos advierte acerca de la peligrosidad de la literatura, no sólo porque pueda aparecer un auto en la esquina.
Bluma Lennon era profesora de Lenguas hispánicas en Cambridge. Tras su muerte, la universidad recibió un sobre a su nombre que contenía un ejemplar de La línea de sombra de Joseph Conrad. El remitente era un tal Carlos Brauer. Dos cosas llamaban la atención: por un lado, el libro tenía pegado trozos secos de cemento y, por otro, la dedicatoria era de Bluma para Carlos.
El reemplazante de Bluma, un profesor argentino, —a la sazón el narrador— guardó el libro y se propuso encontrar a Carlos Brauer. A partir de ese momento comienzan las peripecias en la búsqueda, donde se hará notoria en los personajes la impronta que a cada uno de ellos le deja la literatura. Búsqueda con ribetes hasta del policial clásico, con cruces de humor y tragedia, donde lo único que se puede esperar es que alguien cruce la tan mentada línea de sombra.
El juego que propone Carlos María Domínguez es sobre la literatura, el comportamiento humano, la soledad y, finalmente, la muerte, frente a la literatura como un opuesto que intenta hacer más llevadera la vida.
“A menudo es más difícil deshacerse de un libro que obtenerlo. Se adhieren con un pacto de necesidad y olvido, tal como si fueran testigos de un momento en nuestras vidas al que no regresaremos. Pero mientras permanezcan ahí, creemos sumarlos”.
La búsqueda parte desde Buenos Aires hacia el interior de Uruguay, cruzando caminos recorridos ya por Haroldo Conti en Mascaró, quizá un reivindicado homenaje.
Breve, intensa, traducida a 18 idiomas, La casa de papel es una novela impregnada de pasión que busca respuestas a las preguntas imposibles. Si las encuentra o no, lo determina cada lector cuando entra en consonancia con la historia y a través de ella mide su propia pasión por los libros y la literatura.
Es la segunda vez que escucho comentarios elogiosos de esta novela. En la otra ocasión fue, creo, Quique Figueroa el que la recomendó en su blog.
ResponderEliminarEn la nebulosa de mi memoria, tengo asociado el nombre del autor (¿o uno parecido?)a un muchacho o niño "prodigio" que contestaba preguntas en un concurso de algo. ¿Puede ser así, o estoy mezclando los porotos?
Por favor, si sabés algo al respecto, lo podés cometar.
Un abrazo
Fernando
Fernando: Creo que el autor se te asocia, logicamente, con el benemérito "Claudio" María Dominguez.
ResponderEliminarSí, un ex niño prodigio, ex "Odol Pregunta" en los 60, que enloqueció y, ya en llamas, ahora curte un afilado Misticimo de Mercado, como le gusta al departamento de estado de Obama (pan y circo al sur de Indias...!!!) y hasta está en señales de cable, creo.
Si una noche no tenes nada que hacer y extrañas mucho a Capusotto, te recomiendo:
1- Un par de drinks de vodka, poxi del mas duro, agítese bien...
2- Encender la TV y escuchar a Claudio María... e dopo morire...!!!
Sin mas que agregar, un abrazo al Perro y a seguir en contacto.
Saludos
Dany, desde los confines de Ciuda´ Churrasco.
¡Uy dió! ¡qué incerdio!
ResponderEliminarEfectivamente, todo lo contrario, como dijo Saúl Ubaldini.
Ya me cayó la ficha... Algo me decía que lo había visto al papanatas en alguna paparruchada y no podía concebir que a la vez escribiera algo recomendado a ladridos.
Disculpen, otra vez será.
Gracias Dany.
Solidaridad con Fernando, yo cometo la misma tontería, el infierno se abrirá para mí.
ResponderEliminarBueno, no particularmente por esto...
El interés es fruto de lo subjetivo en el lector pero también de un diálogo con rasgos objetivos en la obra. Y ese diálogo no tiene nada de subjetivo en sí mismo. Ese debe ser el propósito de nuestra búsqueda; descubrir cómo dialoga la obra poco interesante. Un claro ejemplo es La casa de papel. Y la elijo porque no está mal escrita. Al contrario, el autor muestra oficio, tiene un plan y expone muy bien su tesis de fondo (“la lectura es un viaje vital”, “la biblioteca de un hombre es su vida”, “la incomunicación…”). Pero algo quiebra la lectura; algo no está en su lugar en el diseño.
ResponderEliminarhttp://elcharcodeperico.blogspot.com.uy/2017/02/el-interes-literario-como-problema-1.html